Amor Fati se ha convertido en un poderoso mantra del Estoicismo Moderno.
-Isra García-
Amor Fati es la aceptación de todo lo que pasa en la vida de uno, es ambas cosas, bueno y malo. Es favorable y desfavorable, triste y alegre, afortunado o desafortunado. Es una frase en Latin acuñada por Nietzsche que significa amar el destino y muy usada hoy por los Estoicos, pero también por otros grupos.
A continuación puedes encontrar cinco ejemplos ilustrativos de cómo Amor Fati puede ser aplicado:
- ➤ Complacencia: Amor Fati puede ser usado como una excusa para la obediencia y complacencia, refiriéndose a que es más fácil aceptar las circunstancias que cambiarlas.
- ➤ Derrotismo: es la idea de que poner mucho intento en mejorar nos llevará a fallar, por lo tanto es mejor evitar el riesgo y minimizar el esfuerzo. Para estas personas el Amor Fati es la aceptación del status quo. No importa lo que hagamos, intentar cambiar algo solo hará que las cosas empeoren.
- ➤ Estoicismo: no importa si tienes buena o mala suerte, tienes lo que tienes, porque lo que de verdad importa es lo virtuosa que sea tu respuesta (o reacción). Esto es Amor Fati en puro estado porque un estoico nunca se queja del infortunio o el destino. Sin embargo, el estoico tampoco se contenta con la buena fortuna, pues sabe que en cualquier momento puede darle la espalda, por eso solo se satisfacen con su propio comportamiento, actitud y acciones. Es decir, lo único que deleita a un estoico es la virtud, algo que permanece indiferente a la fortuna.
- ➤ Fatalismo: se refiere a la idea de que estamos indefensos ante las circunstancias y la naturaleza. En este caso Amor Fati es la aceptación de que no tienes poder ni control sobre la vida en absoluto.
- ➤ Optimismo: la creencia de que las buenas oportunidades están en cualquier sitio y que todo lo que parece oscuro podría tener su lado brillante. Este tipo de persona acepta la mala fortuna como un desafío que puede llevarle al crecimiento personal y profesional.
En nuestra época, la noción de “experiencia” tiene una alta estima. Por todos lados se nos ofrece la posibilidad de vivir experiencias únicas, irrepetibles. Se nos insta también a aprovechar cada oportunidad que se nos presenta, a no perder ni un minuto en la duda o la ponderación, a hacerlo porque “solo se vive una vez”.
La idea podría ser familiar, aceptable, de no ser por esa cualidad casi obligatoria que la acompaña, ese ritmo vertiginoso con el que parece imponerse y por el cual dichas experiencias se viven menos como hechos con un sentido específico en nuestra vida y más como una especie de suma, una acumulación en el sentido capitalista del término: absurda, que se ejerce únicamente por la acción en sí o porque se encuentra disponible en el mundo en que vivimos, como mercancía en un anaquel.
La mención del capitalismo no es fortuita: si nuestro tiempo está dominado, esencialmente, por el consumo, las experiencias no son la excepción. Pertenecen también a este sistema en el que somos compradores que adquieren aquello que alguien más pone a nuestro alcance, casi con el único fin de mantener andando la maquinaria de la producción. Y esa es la segunda cualidad que merece destacarse de las “experiencias” contemporáneas: ante una de estas, cabe preguntarse si se trata de una acción que buscamos genuinamente o que se encuentra ahí porque en lo inmediato supone un beneficio para otro agente, una ganancia que generaremos para alguien más mientras creemos que vivimos algo que surgió de un deseo auténtico.
En el diario The Guardian, Oliver Burkeman escribió a propósito del intento de vivir sin arrepentimientos, esto es, el dictado de la ideología de nuestra época por llevar una existencia en la que nos atrevemos a todo lo que cruza por nuestra mente o nuestros instintos, sea abandonar nuestro trabajo para viajar por el mundo o, como el propio Burkeman ironiza, vaciar un cartón de leche sobre nuestras cabezas para postear la grabación del hecho en YouTube. Entre otros señalamientos agudos que el periodista y escritor hace a ese motto contemporáneo del “no regrets”, destaca la distinción inteligente en torno a la supuesta valentía que entraña seguir ese impulso aparentemente irrefrenable de hacer algo: ¿por qué romper una relación de varios años tiene que considerarse atrevido y no, a cambio, mantenerse y probar a hacer que las cosas funcionen?
Sin embargo, el texto es aún más interesante porque Burkeman recupera un concepto acuñado y utilizado por Friedrich Nietzsche en La gaya ciencia, Ecce homo y otros lugares de su obra: el “amor fati”, una expresión latina que puede traducirse como “amor al destino”. Escribe Nietzsche, en la sección 10 de Ecce homo:
Mi fórmula para expresar la grandeza en el hombre es amor fati [amor al destino]: el no-querer que nada sea distinto ni en el pasado ni en el futuro ni por toda la eternidad. No solo soportar lo necesario, y aún menos disimularlo ―todo idealismo es mendacidad frente a lo necesario― sino amarlo.
Como han glosado algunos comentadores, en español la palabra “destino”, ya en latín y por consecuencia en español, admite varios significados, desde su sentido como profecía hasta otros como fortuna o muerte. En este caso, sin embargo, casi todos coinciden en que debe entenderse como “fatalidad”, como algo necesario, aunque con un matiz específico: no en una perspectiva esencialista o teleológica, de aquello que tuvo que suceder porque así estaba dispuesto, sino más bien como aquello que porque ya ocurrió no puede modificarse y ante lo cual, en todo caso, no queda más que intentar entenderlo como parte de nuestra vida. Esa, existencialmente, es nuestra fatalidad. Al respecto escribe Burkeman:
Amor fati trata sobre todo de vivir sin arrepentimientos, pero no en el sentido moderno. Mientras que carpe diem significa tomar decisiones osadas para no arrepentirse después, amor fati significa (entre otras cosas), aprender a amar las decisiones que ya tomaste, osadas o no. Después de todo, si un aspecto dado de la vida es verdaderamente “necesario”, rehusarse a aceptarlo significa rechazar la realidad. ¿Y qué puede ser más verdaderamente necesario que el pasado, el cual ya sucedió y no puede deshacerse?
Hasta este punto, la noción de Nietzsche puede ayudarnos, como a Burkeman, para refutar el mandato de “vivir sin arrepentirse”. Sin embargo, también puede ser útil para entender el paradigma de únicamente vivir experiencias ―o quizá sea mejor decir, a pesar del pleonasmo, “experimentar experiencias”. El matiz, de hecho, se desprende del concepto mismo de amor fati.
¿Cuál es la diferencia entre vivir y experimentar? En pocas palabras, entender o no el sentido de un hecho dentro de nuestra propia vida. Cuando Wittgenstein escribe, al inicio de su Tractatus logico‐philosophicus, que “El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas” (1.1) y, más adelante, que “Una cosa puede acaecer o no acaecer y el resto permanece igual” (1.21), en cierta forma ambas aseveraciones pueden entenderse a la luz de este mismo contraste: un hecho, una experiencia auténtica, irrumpe en el mundo, se hace presente, conforma parte de este mundo, mientras que una cosa es prescindible, no provoca ningún tipo de efecto en este mundo.
La diferencia, un poco, es tomar per se las experiencias que se nos ofrecen o buscar o incluso generar las que queremos, aquellas que vislumbramos como resultado de un proceso consciente de decisión y comprensión del deseo. Vivir, es cierto, es pasar de una experiencia a otra, pero no como en un zapping estéril en donde jamás encontraremos la transmisión que nos satisfaga, la compra de mercancías de un sistema de producción infinito, sino más bien como en esa imagen un tanto bucólica de quien cruza un río saltando entre algunas piedras que sobresalen y que juntas crean un puente espontáneo e inesperado. Vivir las experiencias sería entonces comprenderlas, entender el lugar que tienen en nuestra vida, reconocer los motivos por los cuales las emprendimos, abrazarlas como parte de lo que somos o fuimos en un momento específico de nuestra existencia.
Amar el destino sería así otra forma de decir amar la propia vida.
Bibliografía
Pequeño manual estoico. Autor: Isra García [Lección 2]
https://pijamasurf.com/2015/07/que_es_amor_fati_friedrich_nietzsche_amor_vida_arrepentimiento_filosofia_carpe_diem/